Después de los ataques terroristas del 9-11, el lugar común repetido hasta la sociedad fue que el mundo había cambiado para siempre. No fue así. Cambiaron algunas cosas, pero para la mayoría la vida siguió igual. Lo mismo está pasando con los Wikileaks. Las filtraciones sin duda tendrán consecuencias; algunas importantes. Pero en general serán, menores de lo que ahora se anticipa. En torno que tiene varios aspectos que merecen discusión y refutación. Por ejemplo:
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1. Wikileaks ha Estados Unidos. Para un país que gasta 50.000 millones de dólares al año en inteligencia es una vergüenza que le hayan robado todos estos secretos. Y es obvio que muchos de sus aliados están furiosos con los estadounidenses. Pero los cables difundidos hasta ahora muestran que Estados Unidos tiene el gobierno con mayor coherencia entre lo que dice en público y lo que hace en privado. Aun no se nos ha revelado una hipocresía estadounidense comparable con las fragantes mentiras de algunos de los jefes de Estado que aparece en los cables. Por ahora parece claro que las filtraciones de wikileaks han dañado más a otros países que Estados Unidos.
2. la diplomacia estadounidense sale muy mal parada. No. más bien todo lo contrario. Sorprendentemente. Hasta ahora nadie ha encontrado errores garrafales en las informaciones o en los pronósticos contenidos en los cables. Hay chismes y aseveraciones temerarias. También se destapan actos bochornosos como las preguntas sobre el estado mental de Cristina Kirchner o el espionaje a Bank i-moon, el jefe de la ONU. Pero estos no son errores. En el mundo de la diplomacia, el error hubiese sido no haberlo hecho. “! Para eso les pagamos!”, exclama Leslie Gelb, presidente emérito del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, un think tank privado. Según Gelb, los cables muestran al gobierno estadounidense tratando de resolver seria y profesionalmente los problemas más acuciantes del mundo sin realmente tener el poder para imponerles a otros las soluciones. “Lo que veo en los cables”, escribe Gelb, “es a diplomáticos sonsacando información sensible de líderes extranjeros, buscado caminos para la acción común y luchando por aplicar la dosis adecuada de presión a otros países. ¡Y ese es su trabajo!”. Y añade “El villano claramente emerge de los cables no es Washington; son los lideres de otros países, que eluden tomar decisiones difíciles y se refugian en la hipocresía, la cobardía y las mentiras que les dicen a sus pueblos”.
3. WikiLeaks ha sido manipulado por servicios de inteligencia. Según esta perspectiva, es lógico suponer que la CIA está detrás de esto. O el Mossad. O ambos. Pues que los cables revelan que los países árabes mantienen en privado un rechazo a un Irán nuclear tanto o más furibundo que el sostenido públicamente por Israel y Estados Unidos, entonces, dicen algunos, es natural suponer que sus espías hayan adulterado los cables.
4. Ningún alto funcionario compartirá con los estadounidenses. Así es. Pero esto no durara mucho. Ningún país se puede dar el lujo de mantener trancados sus vías de comunicación con los Estados Unidos. Habrá intereses, emergencias y necesidades que obligaran a restablecer intercambios diplomáticos mas fluidos, Y Washington ya está trabajando activamente en crear nuevas tecnologías, canales de comunicación y procedimientos que le permita ofrecer garantías creíbles y recuperar la confianza que le han perdido sus interlocutores foráneos .
5. La absoluta transparencia gubernamental es lo mejor para la sociedad. No. el problema es que las democracias son más vulnerables a la presión en esta sentido que las dictaduras. Esta asimetría llave a que, en la arena internacional, las democracias se ven obligadas a competir en desventaja con las tiranías, los terroristas y redes criminales que son sociedades secretas. Otro efecto indeseado de filtraciones como las de WikiLeaks es que la lucha por un mundo transparente, donde forzamos a los gobiernos a revelarlo todo, puede conducir a que, sin quererlo, le hagamos más fácil la vida a los tiranos.
***Articulo escrito por Moisés Naim : Editor en jefe de la revista Foreign Policy.***
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